Las apariencias siguen engañando. No hemos progresado mucho en los últimos tiempos. Se sigue juzgando a las personas por su aspecto, y legitimando hechos o actitudes dependiendo del elemento que realice dichos actos. Por poner algún ejemplo, medio mundo admite una guerra preventiva, es decir, por si las moscas me los cargo, como en el chiste pero sin puta gracia, mientras no se abren si quiera investigaciones contra crímenes contra la humanidad cuando un par de capullos especuladores incrementan el ritmo de fallecimientos a causa del hambre simplemente porque les va bien que suba la cotización del puto arroz. Cojonudo. Claro que esto último el sistema lo permite, es totalmente legal, como negarse a suministrar fármacos contra la gripe A en el tercer mundo por no resultar rentable, eso tampoco es un crimen contra la humanidad, lo sería contra la rentabilidad bursátil de la compañía, y eso si es pecado, y mortal. Además, diría yo, no he matado a nadie, se mueren ellos solos. Es lo que hay, por qué voy a dudar de lo que dicen, esta gente lleva el pelo corto, con raya al lado, van bien afeitaditos y usan corbatas y trajes de marca. Deben de tener razón, parece que saben lo que dicen, pensará mucha gente. Y lo cierto es que tienen razón, es legal, en cualquier lugar menos en la conciencia, pero es legal.
Es paradójico, pero hace unos días unos vecinos, preocupados por su seguridad, alertaron a la policía porque un vagabundo, mayor, extraño y con pinta de enajenado, merodeaba alrededor de sus casas como buscando algo. Así que la policía se presentó cagando leches y detuvo al peligroso enajenado, horas más tarde el bueno del vagabundo consiguió que le identificaran y le devolviesen a su caravana, pero esta no estaba en un descampado, estaba a las puertas del hotel de lujo donde se alojaba el resto de sus compañeros, que le acompañaban con objeto de ofrecer un concierto. El enajenado resultó ser Bob Dylan, posiblemente el mayor genio entre todos los artistas dedicados a la música nacidos desde principios del siglo veinte. Hay que joderse. Imagínese la foto.
Ya hace años, muchos años, en 1966, el ahora aparentemente vagabundo enajenado dijo en una entrevista, “si no tuviera dinero podría ir de un lado a otro siendo invisible, pero actualmente me cuesta dinero ser invisible, es la única razón por la que necesito dinero”. ¿Quizá es eso lo que pasa?, ¿miramos hacia otra parte cuando algo va en contra de lo que intuimos puede amenazar lo que tenemos?, ¿aunque sea una barbaridad?, ¿y así progresamos y nos rodeamos de más cosas que solo sirven para tener más miedo?, ¿así somos cada vez más capullos?
¿Quizá todo ese miedo se transmite con un virus que poseen las corbatas de Armani?, ¿Deberían investigarlo las farmacéuticas?, ¿quizá pudiesen diseñar una pildorita que agudizase el sentido común y nos devolviese la conciencia?, ¿quizá no quieran hacerlo?, quizá digan, bueno es un artista, ya se sabe, vive en otro mundo, es un bohemio, que sabrá él, que coño me va a explicar a mí que lo sé todo sobre mi vida, mi empresa, mi familia, mi mierda...? pues nada, siga usted escuchando a Eros Ramazzotti.
Fdo: El "cortito" (no entiendo nada, aunque me esfuerzo en entender. Lo juro por mi colección de tapas de Yogurt).
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